Historias de una Dragona

o como sobrevivir a pesar de la vida...

miércoles, septiembre 08, 2010

La madre que me parió...

No, no es una de mis típicas entradas de coña. Ojalá lo fuera.

El título es literal y no una frase hecha. Mi madre, la que me parió, lleva un mes muy mal. No es nada grave, ni mortal pero sí es jodido. Llevo un mes llorando día sí y día también por no poder estar a su lado. El estar a 700 kilómetros de distancia no ayuda a sobrellevar el tema.

Mi madre se hace mayor. Hasta aquí todo normal... yo voy cumpliendo años y ella también. Lo triste es cuando la cabeza falla. Es duro para ella porque se ha ido dando cuenta de todo y es muy triste para mí: Ya no discuto con mi eterna rival porque ya hace tiempo que perdió la batalla... sus neuronas han dejado de hacer sus funciones y su cabeza se ha convertido en un caos en el que se ha instaurado el día de la marmota eterno. Se repite y se repite como si de un maldito eco se tratara. Aquella mujer que conseguía sacarme de mis casillas ahora me provoca un llanto inmenso cada vez que cuelgo el teléfono después de ¿hablar? con ella. No hay conversación, no hay respuesta. Sólo dos monólogos que se entrecruzan en el tiempo. Mi madre, ya no es mi madre... es una extraña con voz débil y palabras inconexas que repite una y otra vez la misma historia y... yo sólo puedo intentar desviar sus desvaríos hacia otros derroteros, pero ya no puedo mantener con ella una conversación, ni contarle mis cosas, ni cansarme de escuchar las suyas, porque ya no tiene nada que contarme.

La demencia senil es dura, y mucho más verla avanzar tan deprisa estando tan lejos. Llevo un mes llorando de impotencia por la velocidad a la que pasa la vida. Nunca me ha gustado tanta prisa en esto del vivir. Pero me temo que no puedo hacer nada. Mi madre es una anciana con demencia senil en un estado muy avanzado en este último mes. Y yo llevo dos meses sin regla y con sofocos. El paso del tiempo es inexorable y no perdona a nada ni a nadie. Y en esta carrera desenfrenada, me siento muy sola. Como si cayera rodando a toda velocidad por una pendiente. Me veo arrastrada por una inercia que me asusta, pero no tengo a qué sujetarme. Sólo hago llorar y tener miedo al desenlace. Sé que mi madre irá a peor y sé que se acerca el momento de perderla... y a pesar de todos nuestros desencuentros (o precisamente por ellos) temo no poder decirle todo lo que tengo que decirle. Y también tengo miedo de mi misma. No quiero despertarme una mañana y darme cuenta que se me ha pasado la vida. No deseo hacerme mayor. No quiero perder la cabeza ni hacerme vieja. No quiero :_(

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